“El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que ofreces a cambio”, decía el escritor estadounidense Henry David Thoreau. Y vaya cuánta vida ofrecemos los profesionales de la comunicación en nuestro trabajos y proyectos. En un mundo donde la privacidad es mucho más transparente es casi imposible escondernos.
Si no me crees puedes hacer un ejercicio simple: búscate en Google y ve qué dice la red de ti: ¿Habla bien?, ¿mal?, ¿o simplemente no dice nada? Eso es parte de nuestra huella digital, y una de las piezas para armar el puzzle de la “Marca Personal” o “Personal Branding”. Una tendencia en alza en el mundo de los negocios.
Todo comenzó en agosto de 1997 cuando Tom Peters, escritor especializado en gestión empresarial, escribió un extenso artículo denominado «The Brand Called You». El experto daba cuenta de la importancia del branding de las grandes marcas y la necesidad de asumir este proceso como algo personal, independientemente de la edad, el género o la industria a la que pertenecieras. Peters consideró que cada uno de nosotros era una “Me. INC” o un “Yo, S.A.”, y que por tanto podíamos auto-gestionar nuestra marca como si se tratara de una empresa.
Hace pocas semanas, la periodista española Raquel Roca realizó un interesante webinar para WINN destacando la importancia de la marca personal en estos tiempos. “La marca personal mejora nuestra empleabilidad ahora y en el futuro”, aseguró. Un dato que me pareció que no era desechable. Y es que según los expertos en marca personal, el crecimiento de la esperanza de vida (buena noticia); sumado a la dudosa gestión gubernamental de las pensiones para la jubilación (mala noticia), estaremos activos profesionalmente muchísimos años.
De ahí que una web con nuestra marca personal -es decir nuestro nombre-, que integre toda nuestra experiencia profesional y expertise, sea el punto de partida para comenzar a gestionarnos como marca y tener más posibilidades de integrar diversos proyectos laborales. Sobre todo hoy que nuestras carreras de comunicadores dejaron de ser lineales, para transformarse en verdaderas aventuras empresariales. Y tú, ¿qué esperas para impulsar la tuya?